El riesgo invisible: Reflexiones sobre el impacto humano y económico de la Seguridad y Salud Laboral

Autor: Nicolás Cornejo Gaete / Fecha: 2024-04-28

Abril, mes que desde el 2003 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) empezó a celebrar el día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, cada 28 de abril. Con ello se pretende promover la prevención de los accidentes del trabajo y las enfermedades profesionales en todo el mundo. Primero, es importante comprender que la salud y seguridad laboral constituye una disciplina muy extensa que abarca múltiples campos especializados. En su sentido más universal, debe expandir al fomento y el mantenimiento del grado más elevado posible de bienestar mental, físico y social de los y las trabajadores. 

La protección de los trabajadores en su lugar de oficio frente a los peligros y resultantes niveles de riesgos, que puedan dar lugar los factores negativos para la salud conlleva la ocupación y el sostenimiento de los/as trabajadores en un entorno laboral adaptado a sus necesidades físicas o mentales en sintonía con la adaptación de la actividad laboral a los seres humanos. En otras palabras, la salud y la seguridad laboral comprende el bienestar social, mental y físico de los trabajadores, es decir, "toda la persona íntegramente". 

Para que la práctica en materia de salud y seguridad laboral consiga estos objetivos, son necesarias la colaboración y la participación de los empleadores y de los trabajadores en los programas técnicos, y se deben tener en consideración las múltiples y distintas cuestiones relativas a la higiene industrial, la medicina laboral, la formación, la ergonomía, la seguridad técnica, la toxicología, la psicología, etc. 

Dicho aquello es esencial establecer un sólido marco normativo basado en el desarrollo de la salud y seguridad laboral, que otorgue certezas a todos los representantes relacionados, tanto de organizaciones específicas de trabajadores, empleadores privados e instituciones públicas. Este debe tener una dirección inclusiva que permita integrar a todos los participantes de la fuerza de trabajo del país.

En nuestro país actualmente obtenemos que la población protegida por el seguro social de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales alcanzó al número de trabajadores/as, de 7.178.925, (Informe anual de seguridad y Salud en el trabajo 2022: Superintendencia de Seguridad Social) lo que corresponde al 81% de la fuerza de trabajo ocupada, donde el 42% corresponde a mujeres y el 57% a hombres. Considerando este universo se registraron 214.274 accidentes, 73% del trabajo (155.745) y 27% de trayecto (58.529). Un 34% de los accidentes del trabajo ocurrieron a mujeres y el 66% a hombres. Dentro de los principales indicadores tuvieron de accidentes del trabajo, de trayecto y enfermedades profesionales durante el año 2022. Relación del primero, la tasa de accidentabilidad del trabajo para el año 2022 alcanzó a 2,8%, esto es ligeramente superior al 2021 (0,2 punto porcentual), pero sella una tendencia a la baja respecto de 2019 (pre pandemia) y años anteriores. Las cifras no son comparables, pero reflejan la existencia de un problema persistente del que todavía debemos hacernos cargo.

La promulgación de la Política Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo ha permitido avanzar en los últimos años en diversos ámbitos de acción, que incluyen la capacitación, fiscalización y fomento continuo en materia de seguridad y salud. Sin embargo, al revisar el promedio de días perdidos por cada accidente de trabajo, se observa un aumento de un 19% desde 2012 a 2022 en las principales actividades económicas de nuestro país, de las cuales sólo los sectores de servicios y comercio están por debajo del promedio nacional de 18,7 días. Estas cifras generar un impacto directo en el ausentismo laboral, en costos por desarrollo y producción, entre otros pilares de gestión organizacional.

La invitación es avanzar en cada desafío, contando con un factor clave: actuar de forma colaborativa y sistematizada. Además, se debe fortalecer exponencialmente el liderazgo en materia de seguridad en las empresas y sobre todo instituciones públicas, a través del establecimiento de sistemas integrados de gestión que permitan declarar y medir los riesgos, y la base de adopción de una cultura preventiva y estratégica en los entornos laborales, donde se reconozca los beneficios directos de estas acciones como una ventaja competitiva y social. Especial atención en el contexto de prevención de enfermedades laborales, lo relacionado a las dos enfermedades con mayor prevalencia en nuestro país: enfermedades mentales y músculos esqueléticas. También de la entrada en vigencia del Convenio 190 y de la Ley Karin, sobre violencia y acoso en el trabajo; avances muy importantes en el ámbito de la salud mental de los y las trabajadores, y una oportunidad para el logro de un mejor bienestar en el mundo laboral. 

Independientemente del ambiente en el que nos localicemos, sea el trabajo, la calle o nuestro hogar, todos y todas podemos colaborar en seguridad en nuestro día a día, para peregrinar hacia la adopción de una cultura preventiva global y sistemática. Cada desarrollo actitudinal no debe depender de la labor que uno tiene, de la realidad que está viviendo nuestro país, tampoco del resultado de una elección. La seguridad es un derecho fundamental, la base concreta en el desarrollo de cualquier empresa e institución y, por supuesto, de cualquier país.